"No sólo son los niños y las mujeres víctimas de agresiones y malos tratos, hay otro grupo en la sociedad que diariamente sufren maltratos tanto psicológicos como físicos, se trata de los ancianos. Agresiones que de un 60 a un 90% pasan totalmente desapercibidas". Así afirma Concepción Dancausa, Delegada de Familia y Servicios Sociales en Madrid según un libro publicado “Buen trato a las personas mayores”, libro presentado este lunes en el Centro Municipal de Mayores Pío Baroja.
Una pregunta que tendríamos que hacernos todos en este momento es ¿por qué no se habla nunca de los maltratos en ancianos? ¿Por qué un tan alto porcentaje de estos malostratos pasan desapercibidos? Unicamente nos acordamos cuando cierran alguna residencia geriátrica acusada de dar de comer a sus residentes comida podrida, acusada de atar a los ancianos con cuerdas a columnas… es decir, cuando ya se podría hablar de acciones criminales.
Son malostratos la negligencia en su cuidado, el menosprecio hacia su persona, los apodos peyorativos, el abandono…
Una pregunta que tendríamos que hacernos todos en este momento es ¿por qué no se habla nunca de los maltratos en ancianos? ¿Por qué un tan alto porcentaje de estos malostratos pasan desapercibidos? Unicamente nos acordamos cuando cierran alguna residencia geriátrica acusada de dar de comer a sus residentes comida podrida, acusada de atar a los ancianos con cuerdas a columnas… es decir, cuando ya se podría hablar de acciones criminales.
Son malostratos la negligencia en su cuidado, el menosprecio hacia su persona, los apodos peyorativos, el abandono…
Estas acciones suceden en muchas ocasiones (más de las que se piensa) en los mismos centros sociales donde residen donde el personal al cargo, muchas veces no están cualificado para dicho ejercicio.
Sólo hay que conocer los curriculums de algunos de los trabajadores y ver que en ocasiones sus estudios en este área se reduce a 20 horas o a 100 horas cursados en una triste academia donde después de enseñarles cómo se hace una cama les dan un diploma y son contratados sin saber tomar la tensión, sin saber los síntomas de una bajada de glucemia, sin saber cómo se coloca una sonda de pierna bajo un pantalón, sin saber utilizar una grúa movilizadora.
Esto se debe a que en poco tiempo ha habido una demanda muy grande para cubrir los puestos de trabajo que se necesitaban habida cuenta del gran número de residencias y centros de día que se han abierto, de hecho la categoría de “gerocultor” es acuñado por las circunstancias para poder cubrir esas miles de plazas y que si había que esperar a cubrirse por personal de estudios de formación profesional rama sanitaria, se tendría que haber esperado al menos 3 años.
Pero hay algo preocupante, una asignatura pendiente que no se puede aprender en ningún curso por muchas horas que se estudie: la humanización.
Lamentablemente, hoy por hoy, hay poca gente que trabajen en este área por vocación y así son muchos quienes se dedican al cuidado del anciano de la misma manera que cuidarían paquetes en un almacén de envíos a domicilio. Personas que no han encontrado trabajo alguno y se colocan en esto, unos porque es su única salida laboral, otros porque la misma empresa ha ido a su país a buscar empleados y los han traido a España, familia entera, y aquí les dan unas horas de clase, viven en pisos alquilados por la empresa cuyo dueño del piso es un anciano que ha donado en vida de una manera u otra su piso a la residencia (el negocio es completo), personal éste que no pueden dejar este trabajo por mucho que les desagrade porque tendrían que volver a su país cosa que es justo lo que no quieren. Por cierto, ni siquiera saben hablar español hasta tal punto que en ciertos centros les exigen que lo aprendan, prohibiéndoles utilizar el suyo dentro del recinto de trabajo (habría que añadir que esta decisión también es tomada por las discusiones entre empleados de distintos países, donde palabras que no se entiendan son tomadas de inmediato por insulto con las consecuencias que esto conlleva y al final perjuicios para el residente)
Pero lo más doloroso, quizás, para un anciano sea cuando este maltrato viene de su propia familia, en su propio domicilio, familiares que ven a los mayores únicamente como un estorbo a la hora de irse de vacaciones, ven en los mayores, sus mayores, como una molestia contínua para su vida cotidiana llegándolos a abandonar en gasolineras, o en el mejor de los casos los “aparcan” en centros geriátricos.
Tercera edad, una fase de la vida a la que si no llegamos mal, y si llegamos… que Dios nos pille confesados.
—Manly, menos mal que algún que otro gerocultor hay bueno
—Si Pirmaky, pero los malos qué malos son¡¡¡¡¡¡
Publicado por ©Manly
2 comentarios:
tienes razón en todo lo que explicas y lamentablemente es así, pero no tiene (creo) nada que ver con mi comentario que era más de tipo teórico. Ya te he contestado sobre la experiéncia y lo que pienso de ella. En cuanto a viejos, tengo práctica, he cuidado de mi suegra durante siete años y respeto y he respetado siempre a los mayores, però, no porqué sean mayores. sinó porqué en general hay que respetar a todo el mundo. Pero tampoco se trata de venerar, son viejos simplemente porqué han sobrevivido hasta llegar ahí, y eso tampoco les da patente de corso de nada. Ni compasión ni olvido, respeto y no aparcarlos, en eso estoy totalmente de acuerdo y he practicado con el ejemplo con mi suegra. Piensa que para mi hubiera sido mucho más practico ingresarla en un geriátrico, pero sabia que esto la mataria y los últimols cuatro años (murió hace un més) cada dia de la semana bajaba a las diez de la noche a ponerle la máscara de oxígeno, y a las seis de la mañana a quitársela i ponerle la mascarilla.
Un abrazo, y me apunto el blog que lo desconocía
Dijo un sabio que el mejor medidor de la salud de una sociedad, era la observación del bienestar de sus mayores. El bienestar que se les ofrecía y el respeto que se les profesaba.
Una sociedad modélica en este sentido era Japón, pero esa armonía se rompió con la llegada de su super progreso económico después de una década de la 2ª Guerra Mundial.
Eso me lleva a pensar que el progreso económico y tecnológico van justamente en la dirección contraria y suelen acompañarse de una deshumanización galopante, que traspasa el ámbito familiar y se extiende como un cáncer por toda la sociedad.
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