Se encuentra en Madrid, en Serrano 13
Hemos visitado el Museo después de su renovación y nos ha
parecido espectacular la diferencia a como estaba antes. Lo recordábamos aburrido, anticuado, una mera
exposición de piezas antiguas, ahora es una instalación moderna, donde cada
elemento está expuesto adquiriendo relevancia individual.
La exposición se encuentra repartida en tres plantas, aunque no debemos olvidar que fuera hay una “mera” réplica
de las Cuevas de Altamira que no deja de ser curiosa.
A lo largo de las
tres plantas se puede ver la evolución de la humanidad a través de lo que se ha
encontrado en excavaciones y más tarde en obras habiendo todas ellas perdurado durante tantos siglos.
Tanto la zona dedicada a la prehistoria, por su clara
exposición, como la zona dedicada al Mundo Medieval, la exposición alcanza su máximo
esplendor, pasando incluso por encima del Antiguo Egipto cosa que nos parecía
inaudito momentos antes de entrar.
“Reliquias” históricas como La Dama de Elche, El Crucifijo de don Fernando y doña Sancha,
las coronas y cruces del Tesoro visigodo de Guarrazar, un Tevau, el Bote de
Zamora y un sin fin de obras más que están ahí para que todos podamos satisfacer
nuestra curiosidad artística e histórica viéndolos.
El Museo también cuenta con actividades culturales como
visitas guiadas gratuitas, colecciones temporales, cursos…
El horario es ininterrumpido y la mejor hora para verlo es
de 14 a 16 horas (se libra uno de las visitas de colegios)
No se pueden hacer fotos ni con flash ni con trípode.
Hay guardarropa, sala de lactancia, tablillas para escribir…
Se permite pasar con perros guías.
Los investigadores que deseen estudiar o consultar algo de
los documentos o archivos históricos, pueden dirigirse al Museo y solicitarlo.
Es parte de nuestro Patrimonio y nos gusta ver cómo está
expuesto con arreglo a la modernidad y buen hacer.
—Pirmaky, te acuerdas de las inmensas colas que había para entrar nada más
inaugurarlo?
—Si, Manly, ahora veo que ya no hay nadie.
—¿Eso es cultura?
—Llámalo X
©PyM
1 comentario:
Envidiable. Estas cosas, las ciudades pequeñas no podemos ni soñarlas.
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