06 agosto 2020

Enola Gay, 75 años

El 6 de agosto de 1945 un bombardero llamado Enola Gay despegó de las islas Marianas con rumbo hacia Hiroshima.

Iba cargado de una bomba, la llamada Little Boy, una bomba atómica.

Fue arrojada a las 8:15 (hora de Hiroshima) y en instantes más de 100.000 personas murieron en el acto, otros miles murieron horas más tarde fruto de la radiación liberada por las bombas.


Pero a pesar de tanta tragedia y destrucción Japón no se rindió y Estados Unidos lanzó una segunda bomba atómica 3 días más tarde, el 9 de agosto, sobre Nagasaki.

 

Fue la llamada Fat Masn, lanzada desde un bombardero B-20, bautizado como Bockscar y pilotado por el Mayor Charles Sweeney, una bomba con el doble de potencia que Litte boy pero que gracias a la topografía de Nagasaki su alcance fue menor no obstante fueron cerca de 200.000 personas las afectadas entre muertos y heridos.

6 días más tarde, el 15 de Agosto, Japón se rindió incondicionalmente. La Segunda Guerra Mundial había acabado.

 

Hoy, 75 años más tarde, aún se dan nacimientos entre las familias japonesas con malformaciones por aquellas bombas.

 

Los bombardeos fueron ordenados por Truman, Presidente de Estados Unidos de América. El Enola Gay iba pilotado por el Coronel Paul Tibbets y el nombre del avión era el de su propia madre Enola Gay de Gordon Thomas. En su viaje iba acompañado por otros dos aviones, uno con instrumentos de medición y otro destinado a fotografiar el bombardeo.

 

Cuando el avión se retiraba, se oyó una voz que decía: “Dios mío, ¿qué hemos hecho?” era la voz de Bob Caron, artillero de cola del Enola. Sin embargo, la tripulación  en general siempre mantuvo el no lamentar el uso de la bomba atómica.


Paul Tibbets, piloto, declaró en una entrevista:

 

“Cuando estás en guerra vas a matar a mucha gente inocente a la vez, no recuerdo que hayamos peleado en una maldita contienda, en cualquier parte del mundo, donde no se aniquilara a inocentes. Se combate para vencer (...) No me plantea el más mínimo problema moral (...) Fue mala suerte haber estado allí. No tengo remordimientos, hice lo que me ordenaron y, en las mismas condiciones, lo volvería a hacer”.

 

No fue esta la actitud de Claude Robert Eat, otro de los tripulantes que pasó toda su vida atormentado por la acción de la que se sentía culpable, llegó a enloquecer e incluso intentando su propio suicidio, fue internado en un psiquiátrico.

George Zabelca, sacerdote que bendijo las bombas, se arrepintió y se volvió activo pacifista llegando a hacer una peregrinación hasta Tokyo para pedir perdón a los hibakushas, nombre que se les da a los supervivientes japoneses de las bombas y que literalmente significa persona bombardeada.  

 

Estas bombas fueron desarrolladas dentro de lo que se llamó Proyecto Manhattan, por Estados Unidos en colaboración con Reino Unido y Canadá.

Algunos historiadores justifican las bombas como la acción con menos muertos para finalizar la guerra, otros sin embargo consideran que la guerra estaba próxima a su fin y era solo cuestión de semanas.

 

 

“Cuando estalló la bomba alguien murió al momento, solo quedó la sombra de la persona”

(Takako Gokan, Superviviente del bombardeo)



©PyM

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