Cada vez son más las incógnitas sobre lo que ocurre después
de lo que se denomina “muerte”. Y ya no
hablamos en un marco espiritual sino en el marco de la ciencia. Lo último que nos ha llegado es un
estudio científico de la Universidad de
Washington en Seattle. En este estudio realizado en peces cebra y ratas se ha
evidenciado que después de la muerte, en las células de estos, se detectan
cientos, miles de genes activos. Son genes que
se activan en las 24 horas después del cese absoluto de todos los procesos vitales, genes
que pueden estar funcionando hasta 4
días después de la defunción.
Son genes
relacionados con la estimulación de la inmunidad, la inflamación, contrarrestar el estrés… Esto
puede resultar coherente con la situación:
cuando un cuerpo paraliza su actividad
funcional, todos los mecanismos de los que disponga que sirvan como defensa a esta parálisis vital, saltan a modo de
resorte, sin embargo hay que focalizar que se produce cuando el cuerpo ya está
muerto, si está muerto qué es lo que hace que estos genes puedan mantenerse activos durante días.
En cualquier caso, es todo un logro científico dado que
también se descubre que genes que
promueven algunos tipos de cánceres se
vuelven mucho más activos en el momento de la muerte, esto podría dar respuesta
a la alta incidencia de procesos cancerígenos
que padecen personas con órganos donados
de individuos que ya habían muerto. Esto ayudará a evitar y contrarrestar dicha
contrariedad.
Otro dato curioso es que entre los genes que sobreviven a la
muerte se hayan justamente aquellos que aparecen en la época embrionaria, es
decir que ayudan en el momento en que comienza la vida, luego aletargan y no
aparecen de nuevo hasta el momento de la muerte. Es como cerrar un círculo,
como hermanizar los dos momentos más cruciales de una vida: el nacimiento y la
muerte o tránsito para la creencia de muchos, de hecho, para Peter Noble,
titular de esta investigación, puede
deberse a la gran similitud entre el
momento embrionario y el de la muerte.
Ashim Malhotra especialista farmacológico expresó: “este es
un estudio raro”
Pues si, tan raro como la vida misma. Raro por
desconocimiento.
Cada vez estudios científicos ponen más en entredicho lo que sabemos de la muerte y por lo tanto de
la vida. Nos empeñamos en saber con
exactitud el momento en que una persona muere incluso sabiendo que ni siquiera
los instrumentos de los que disponemos son lo suficientemente precisos para captar la
actividad cerebral.
Unos científicos detectan actividad cerebral en unas ratas
después de haberlas declarado muertas clínicamente, ahora resulta que descubrimos que los genes continuan en
actividad
Yo antes de preguntarme cuando muere una persona pienso que
la pregunta inicial es si realmente una persona muere.
©PyM
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