La belleza es un término abstracto, como puede ser
el amor o el odio. Se dice que “la
belleza está en el ojo del observador”
La belleza se estudia a través de la disciplina de
la estética. Quien lo haya estudiado , y también quien no pero simplemente se
haya parado a pensar en ello, se habrá dado cuenta que lo llamado “bello” ha sufrido cambios a lo
largo de la historia, y de hecho va cambiando ahora que la comunicación está
totalmente globalizada y al alcance de cualquiera, a más velocidad que nunca.
Lo que ahora es tomado por la mayoría de la sociedad como bello hace
un año era tildado como antiguo y feo y lejos de perdurar dentro de unos meses
de nuevo será feo. Como ejemplo ciertas
canciones, ciertos atuendos… Por lo
tanto no existe la belleza como entidad propia. Una silla es una silla siempre.
La belleza no.
En Época de Rubens las mujeres con grandes curvas
entradas en kilos era la belleza perfecta, es más, hoy en día en algunos países
como Mauritania, la gordura de la mujeres es un extra de belleza, en Europa es
al contrario y se dice seguir los
cánones de belleza únicamente si se
tienen siluetas delgadas.
Otro ejemplo,
en algunas tribus es bello que los individuos se hagan grandes
perforaciones en las orejas, a nosotros que vivimos en otra civilización no nos
gusta nada y nos resulta feo. Pero sin irnos a otra civilización, una persona
tatuada totalmente incluso el cuero cabelludo es alabado por mucha gente, les
resulta bonito, a mi en particular no me gusta nada y me parece de lo más feo
que hay.
La belleza está determinada por el tiempo en el que
vivimos, por la sociedad donde vivamos y por las experiencias personales de
quien observa.
El término “belleza” es difícil de describir. ¿Acaso
es todo aquello que produce sosiego? No,
es suficiente escuchar cierta
música tecno para darse cuenta uno de que no produce calma y sin embargo es “bello” para
muchas personas.
¿Es simetría, es armonía? Nada más lejos de la realidad cuando vemos
ciertos cuadros cuya complejidad nos
atrae hasta tildarlos de bellos.
A lo largo de la historia los estudiosos han
tratado de definir la belleza, incluso de encontrar alguna fórmula en su
definición, de ahí la proporción áurea,
las proporciones matemáticas en las esculturas griegas… pero la subjetividad de la belleza ha hecho
que todo fracase.
En un reciente intercambio de pareceres a cerca de
este tema que hemos tenido en redes sociales, alguien promulgaba (no lo
menciono por si no quiere) que la belleza es algo que existe como realidad
objetiva y me ponían el ejemplo de un espejo,
la belleza existe como tal porque queda plasmada en el objeto. Tenemos que decir que no es así.
Un objeto ya sea visto en un espejo o de forma directa es percibido
por el ojo humano que capta la imagen y llevada esta imagen hasta el
cerebro donde es procesada esta sensación (también podía ser
por el gusto, el tacto…) y es el cerebro
quien redefine la realidad buscando
modelos que tengamos ya definidos y otorgándole
un significado emocional. De esto se deduce que lo que vemos lo hacemos siempre
impregnado de nuestra propia experiencia.
Nuestra vida, nuestra cultura condiciona nuestra percepción y de ahí que
algo nos parezca bello o feo. Y esto es una experiencia totalmente personal.
Esto es
importante: la visión no es algo imparcial y objetivo sino una
interpretación en función de nuestras
experiencias. Por lo tanto lo que se ve
no es algo absoluto.
Nuestro interlocutor anteriormente citado (no por
su nombre por discreción) mantenía que la percepción visual era algo
objetivo. Error. Y voy a ser muy directa. Lo que una persona
ve no tiene por qué coincidir con lo que ve otra, de hecho y sin ir más lejos
una persona que tenga daltonismo acromático lo verá todo en blanco y negro
mientras que otro observador del mismo objeto lo verá en colores. Hay personas incluso que ni siquiera pueden
llegar a ver ciertos círculos o dibujos que de hecho están y si son percibidos por otro
individuo.
Y esto por no meternos en otro jardín: ¿Es que acaso
existe realmente el mundo que vemos como tal? Tenemos que tener en cuenta que
la retina detecta millones de puntos de luz, algunos son descartados de forma automática
y el resto son captados y transportados por las complejas redes neuronales que conforman
en el cerebro un dibujo que reconocerá o no según se tenga modelos de los
mismos. Hay quien afirma que el mundo no
existe en tanto que está construido por cerebros que lo conforman. Tantos
cerebros, tantos mundos que hay.
Este tema es superinteresante, estaríamos
escribiendo sobre él durante folios y folios pero preferimos como siempre en
este blog, dar ciertas pinceladas y si es del agrado e interés de quien llegue
hasta aquí, invitarle a que investigue más sobre el asunto. Y si quien llega es
nuestro mencionado interlocutor estaríamos encantados de abrir en los comentarios
un foro al que todos estáis invitados.
—Pirmaky, si existiera la belleza como tal y de
forma independiente ya habría algún gobierno que le hubiese impuesto un IVA del 32%
—Manly, no des ideas
©PyM
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