Se está hablando mucho de David Muñoz, pero no de su cocina, se habla de él porque subió el precio del menú degustación en
su restaurante Diverxo, de 250 a 365 euros. Ya hace tiempo que lo subió, pero la
cuestión no ha sido esta, sino lo que ha dicho hace unos días al respecto del
precio del menú:
“Pagar 365 duros por una comida no es cosa de ricos”
(Risas) perdón, sigo escribiendo.
Esta ha sido la frase que le ha catapultado. Y sigue
diciendo algo así como que la buena comida es la experiencia de lujo más
asequible que puedes tener hoy en día, que ahorrando dinero se puede llegar a
tener esa experiencia. Y pone de ejemplo lo que cuesta la asistencia a los conciertos
de moda…
Veamos cómo lo vemos nosotros…
365 euros no es cosa de ricos, dice David. ¿Pero cuánto es
365 euros? ¿O lo que es lo mismo, para cuánto da de sí esta cantidad de euros? Nada
mejor que la comparación:
.-Una pensión no contributiva es de 421 euros mensuales (las
hay menores, desde algo más de cien euros). Sí, hay viudas y separados que
cobran ese dinero para todo un mes, es decir, únicamente 56 euros más de lo que
le costaría una cena en Diverxo.
.-Una habitación de alquiler en Madrid cuesta en el entorno
de los 400 euros/mes, un piso 700. Los números no dan para mucho en su resta.
.-Un limpiador a 10 euros la hora si trabaja 8 horas gana al
día 80 euros, tendría que trabajar unos cinco días para ir al Diverxo y no
pedir nada extra, claro.
Lo que dice del precio de los conciertos, la respuesta es
sencilla: Quienes se gastan 300 euros en un concierto son los chicos que no tienen
responsabilidad ninguna, no tienen que automantenerse vivos durante un mes,
sino que los padres (de clase media alta) le dan el dinero para que se lo gasten en lo que quieran y
ellos lo gastan unas veces en un concierto, otras en un móvil o en unas
zapatillas de marca. Situaciones no comparables. Por cierto, ahora cuando cumplan 18
años, con los 400 euros que les va a dar Sánchez se pueden ir de cena al Diverxo, ea, mira qué bien.
No David, no. 365 euracos en una comida es una salvajada,
que nos parece muy bien que tú valores tu trabajo y le pongas precio, pero no
digas que no es de ricos porque caes en el ridículo.
Encima en la web del restaurante aparece que mínimo tienen que ser dos
comensales, es decir, que hay que dejarte 670 euros, no sé si con
bebida incluida, pero que llegados a este punto ya me da lo mismo que lo mismo
me da, 670 euros ¡Mamma mía! ¿Eso es para ti un precio asequible?
Ahorrando ya sabemos que a casi todo podemos llegar, pero en
una familia media, si tienes que comprar libros porque tienes dos hijos en edad
escolar, si tienes que pagar la nevera que ya no enfría, si tienes el
coche que se te para y tienes que utilizarlo para ir a trabajar a 20k de tu casa
porque el piso que te has podido comprar es en un barrio periférico… pues sí, ahorras, pero a la hora de gastar ese ahorro, se impone el orden de prioridades. Y siento herir tu ego, pero,
en ese orden de prioridades, tú apareces en el último lugar, abajo, abajo, muy
abajo.
¿Por qué ese miedo a llamar las cosas por su nombre?
¿Por qué no hacer frente a la realidad?
Tú cocinas para ricos, y nos parece estupendo.
Tiene que haber una oferta variada para todo tipo de
cliente, para todo tipo de bolsillo.
Pero a cada cosa su nombre, es lo importante, lo coherente, y si ya formamos parte de la clase alta, pues se reconoce. Pero no nos tomes por tontos, no nos insultes.
—Pirmaky, tenemos unos días de vacaciones, vámonos al
Caribe que es barato.
—¿Barato?
—Hombre, ir de cena en Madrid ya nos cuesta mil euros
mal contados…
—Manly, esa regla de tres me parece a mí que no es la correcta.
—(Sabía yo que no iba a colar…)
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